Si
atendemos a los datos demográficos (no siempre fiables), este sistema estelar
es el menos poblado de la Federación y si nos fijamos en los datos económicos (también
muy dudosos, la verdad) resulta ser el más pobre en recursos y, por tanto, el
que más depende del comercio exterior.
La
estrella Fraternity es una enana roja moribunda, muy poco luminosa al final de
su ciclo vital. A pesar de estar situada a menos de 3 años luz de Terraprima,
resulta imposible de ver en el cielo nocturno babilónico si no es con la ayuda
de algún rudimentario telescopio. A pesar de ello, el primer planeta del
sistema, EL AVERNO, describe una órbita tan cercana a la estrella, que lo hace
recibir unas cantidades terribles de luz, calor y radiación, convirtiéndose en
poco menos que una roca calcinada e inhóspita. Sin embargo, los científicos que
lo exploraron por primera vez descubrieron con estupor que sus potentes campos
gravitatorio y magnético le permitían retener una incipiente atmósfera
sorprendentemente respirable y con el mínimo de humedad que posibilitaba la
aparición de unas escasas formas de vida muy rudimentarias. Quizá fueran estas
duras condiciones climáticas y medioambientales las que convencieron al
gobierno federal para instalar ahí la academia de la policía militar: el
Campamento Infierno. Junto a los primeros reemplazos de reclutas también llegó
al planeta una variopinta población civil flotante de trabajadores externos del
cuartel, comerciantes legales e ilegales, traficantes de cualquier cosa,
evadidos de la justicia de otros sistemas, desarrapados varios y, en general,
gentes de mal vivir (neohumanos en su inmensa mayoría).
El
siguiente objeto que encontramos orbitando en torno a la estrella Fraternity no
es un planeta: se trata del laboratorio espacial “BARRACUDA”. Una costosísima
estación espacial creada con fines científicos que jamás entró en
funcionamiento y que ahora, en ruinas y abandonada, se utiliza para que los
soldados del Campamento Infierno realicen maniobras de combate en gravedad cero
y ensayen asaltos a supuestas naves espaciales.
A
continuación está TRITÓN-7. Un planeta acuático y pluvioso a más no poder donde
se halla la capital, Nenúfar City. Constituye la única reserva hídrica del
sistema por lo que su medio ambiente está legalmente protegido.
Más
alejado de la estrella, ya en la zona fría, descubrimos ZEUS: un gigante
gaseoso sin especial interés salvo porque en una de sus 16 lunas, EL PEQUEÑO
GANÍMEDES, se encuentra “Áquila”: una antigua colonia minera subterránea que ha
prosperado hasta convertirse en la ciudad más poblada del sistema.
Los
dos planetas más externos son CARIBDIS y SURTUR. Dos supergigantes gaseosos con
una composición química tan diferente que convierte al primero en una masiva
bola verdeazulada y al segundo en una enorme esfera color rojo fuego. Inútiles
pero bonitos de ver, qué duda cabe.
R.
MACHUCA-2018